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Es cosa de locos. Por Josefina Pascale

Una de cada cuatro personas en el mundo tiene o tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida. Entonces, ¿son los problemas de salud mental un tema de unos pocos locos o es una pandemia social silenciosa? Me inclino más por la segunda respuesta, pero ¿qué es lo que nos aterra tanto de aceptarlo?


Hace 4 años me diagnosticaron trastorno bipolar, pero hace 13 años que convivo con este problema. La primera vez que me internaron en una clínica psiquiátrica tenía 18 años y no entendía absolutamente nada de lo que me estaba pasando ni cómo ni por qué había terminado allí. Pasaron 9 años para que yo finalmente pudiera responder la pregunta que me comió la cabeza durante tanto tiempo: tengo trastorno bipolar, es una enfermedad como cualquier otra que tiene un tratamiento y se puede convivir bien con ella. El diagnóstico llegó como un alivio, pero también con un tremendo peso social con el que iba a tener que luchar mucho más intensamente que con la enfermedad.


Hay algo que los médicos no nos enseñan y que tampoco tiene un tratamiento tan fácil e inmediato que es la estigmatización y discriminación. Lo realmente doloroso y difícil de tener un problema de salud mental no es el problema en sí mismo, sino la falta de empatía, información y discriminación que existe en la sociedad. Eso es finalmente lo que nos destruye y nos margina.


La posibilidad de acceder al mundo laboral, la inclusión, la falta de comprensión en los círculos más íntimos, la dificultad de establecer nuevos vínculos, la falta de credibilidad, el miedo, los prejuicios y los mitos que existen en torno a los problemas de salud mental, los pocos espacios para hablar de esto sin tabú. Esto nos aísla cada vez más y nos convierte en una sociedad cada vez más individualista y menos colorida, donde la idea de diversidad es simplemente un slogan publicitario.


La realidad es que cada uno, desde su lugar de influencia, por más chico que sea, en la sobremesa familiar, en el almuerzo de trabajo, en una charla íntima con un amigo puede comenzar esta conversación. Hablar de salud mental no es solo un paso gigante, sino que es sanador y liberador. Porque sé que a cada uno de ustedes, desde algún lugar, este tema los interpela. Así que la próxima vez que preguntes “cómo estás?” que sea real, profundo, desde el corazón y con la apertura necesaria para recibir lo que sea que a la otra persona tenga para decir.



Y para cerrar, pensemos qué es lo realmente “loco”: ¿tener un problema de salud o tener un pacto social de silencio, estigma, miedo y discrminación? Demos el primer paso. Hablemos de salud mental.


Josefina Pascale

@pazqui

Lic. en Comunicación

Fundadora de @mentisorg


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